sábado, 4 de febrero de 2012

6.- El primer Centro de Alto Rendimiento

Volvamos al deporte.

Como tenían mucho tiempo libre y bastantes conocimientos y el río no estaba jugándosela de continuo; como tampoco estaban a diario construyendo monumentos colosales en todos los rincones, es de suponer que sin televisión ni papiros al alcance de todos, pues se dieron en emular lo que hacían sus dioses faraones con su tiempo y esto no era otra cosa que practicar la caza y la pesca, las carreras rituales, prácticas de autodefensa y ataque con arcos y lanzas, juegos de pelota y cuando la climatología obligaba, algún que otro juego de mesa e interior.



Centro de Alto Rendimiento
Se llamaba Jeneret que viene a significar “lugar cerrado” donde se toca música o se lleva el ritmo. Era este un invento excluyente y diferenciador que se procuraron las clases dirigentes por y para perpetuarse. Un lugar cerrado fuera de palacio, pero en las inmediaciones, donde moraban la madre del faraón y las esposas de éste – principales y concubinas – con sus hijos.

Todo un tropel de gente bien y “guapa”. Sin duda ni temor a equivocarme, pienso que por los patios adyacentes correteaban los chiquillos y entre clase de religión o de estrategia, entre peleas y descansos, entre ritos y gozos, comenzaron a practicar sus habilidades y a competir entre ellos para saber y determinar su posición ante su padre y demás ralea. Es una cuestión instintiva agazapada por la civilización y a la vez transformada para llegar al punto de no tener que descalabrarse en peleas inútiles cuando podemos establecer unos baremos o reglas admitidas por todos.
En las inmediaciones de este primitivo CAR (pero no menos efectivo) desarrollarían sus funciones por este orden los sacerdotes y los médicos, la nobleza y los dirigentes del estado, los escribas y un poco más alejados en sus viviendas y lugares de influencia, los artesanos, los comerciantes y el ejército. En los campos circundantes, los campesinos y los siervos y en los confines o donde podían y les dejaban, los pocos esclavos que los egipcios poseían, si es que tenemos en consideración que las guerras a este paraíso vinieron bastante tarde.

Esta gran civilización tenía consolidada la igualdad de hombre y mujer. Sería en el trascurso de los siglos que primero los asirios y luego griegos, romanos, cristianos y musulmanes, acabaran con ese apetecible estado social.

Pues bien, a pesar de ellos, en el Jeneret la jerarquía recaía sobre la Primera Dama, la venerable, mientras que las demás constituían el “Ornato Real”. El trabajo de las niñas, como su aprendizaje, iba dirigido a las “labores de su género” como diríamos en la actualidad: danza, tañer el arpa, el laúd o la flauta, elaboración de hermosos útiles de belleza y aseo y confección de vestidos. Se supone que las enseñarían a leer y escribir jeroglíficos. Además de CAR, ejerció mucha influencia en todo lo tocante al estado y se constituyó en el “modelo del harén oriental” hoy en día muy desprestigiado por la moral victoriana – que le comparaba con el harén otomano – que tanto daño ha hecho y hace a nuestra sociedad.

Los niños españoles de mitad del siglo XX jugábamos a las mismas cosas que los de hace 5000 años en Egipto. Solo cambiaron los medios, pero no la esencia. Niños de la calle se decía y con juegos como las carreras, la pelota, saltos, baños en los ríos o las tabas. Cuando nos dejaban montábamos a caballo o fabricábamos arcos y flechas con varas de castaño.

En el Jeneret se perfeccionaría y entrenarían las cualidades para vencer en los deportes que vemos en muchas inscripciones y en muchos monumentos. Se practicaba con asiduidad la lucha libre, pesas, salto de longitud, natación, remo, tiro con arco, pesca, atletismo (aunque aún no se llamaba así). El futuro faraón y los dirigentes criados a su alrededor, tenían que ser los mejores y además parecerlo para lo cual hasta uniformes de equipo habían establecido, árbitros y reglas. Y si los deportes eran individuales, los que accedían a la final recibían su premio, uno por ganar y otro por su espíritu de lucha ya que no había competición como entendemos ahora. Se trataba de mantener el cuerpo en forma

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